(Ella) Ya había conocido suficientes chicos como para darse por vencida. '¡Son todos tan jodidamente iguales! Uno más de este insignificante mundo, con sus manías y estupideces. Luego van, la cagan, y te rompen el corazón.' -Pensaba.
(Pero él) De la nada apareció en su vida. Con una mirada, ella era el everest de la felicidad. Cada día, la sonrisa más bonita se la dedicaba a él.
Todo se vuelve de purpurina, se desvanece a su alrededor, y luego vuelve, sólo porque él, es el.